Concepto de Agricultura Biológica
La agricultura biológica (también llamada agricultura orgánica, o también agricultura ecológica) es un tipo de agricultura que evita la utilización de todo tipo de productos químicos tanto en la fertilización, como en los tratamientos, permitiendo así la obtención de productos biológicamente puros y exentos de cualquier tipo de contaminación agrícola, recurriendo a técnicas que garanticen su sustentabilidad, la preservación de los suelos, la protección ambiental y la biodiversidad. Se pretende así aumentar el valor nutritivo de los alimentos y simultáneamente mantener un elevado grado de fertilidad del suelo.
Este tipo de agricultura es, en cierta medida, un regreso al pasado pues da importancia a la asociación entre el policultivo y la creación de ganado, en la rotación y diversidad de culturas y en la utilización de fertilizantes naturales tales como el estiércol en lugar de fertilizantes químicos, lo que favorece la vida microbiana e impide la aparición de determinadas enfermedades.
Pilares de la Agricultura Biológica
Son tres pilares fundamentales en los que se basa la Agricultura Biológica, concretamente:
- Ecología: a través del respeto por el funcionamiento del ecosistema agrario; del recurso a prácticas como rotaciones de cultivos, abonos verdes, entresembrados, del combate biológico contra plagas y enfermedades que fomenten su equilibrio y biodiversidad; interacción dinámica entre el suelo, las plantas, los animales y los humanos.
- Sustentabilidad: a través del mantenimiento de la fertilidad del suelo a largo plazo, preservando los recursos naturales suelo, agua y aire y minimizando todas las formas de devolver nutrientes a la tierra; de la utilización de recursos renovables en sistemas agrícolas organizados a nivel local.
- Responsabilidad social: a través de la unión entre los agricultores y los consumidores en la responsabilidad de producción de alimentos y fibras de forma ambiental, social y económicamente sana y sustentable; de la preservación de la biodiversidad y de los ecosistemas naturales; de la mejor valorización de las producciones agrícolas y una dignificación de la profesión de agricultor, así como la posibilidad de que permanezcan en sus comunidades; de la garantía a los consumidores de la posibilidad de que escojan consumir alimentos de producción biológica, sin residuos de pesticidas de síntesis.