La Tragedia (del griego antiguo τραγῳδία, compuesto de τράγος “chivo” y ᾠδή “oda, canción”) fue una expresión teatral griega que ocurrió entre los siglos VI y V a.C.
Las primeras escenificaciones teatrales griegas derivaron de los cultos dedicados a Dionisio, el 13º dios del Olimpo, protector de las vendimias (que probablemente se originó en Asia). En la época de la cosecha las comunidades rurales dedicaban al dios festivo cinco días de hojas ungidas con mucho vino, hasta provocar la embriaguez colectiva. Durante las bacantes, es decir, las fiestas dionisíacas, nadie podría ser detenido y aquellos que estuvieran presos eran liberados para participar en la fiesta.
Para entretener a los participantes de las fiestas bacantes, ayudando a pasar el tiempo, eran organizadas pequeñas escenificaciones, tanto dramáticas como satíricas, coordinadas por un corifeo. Éste se convirtió en un personaje clave en la deflagración de la escenificación, presentándose como el mensajero de Dionisio. Le acompañaba un coro que tenía la función de exteriorizar por gestos y pasos ensayados los momentos de alegría o de terror que impregnaban la narrativa. El corifeo y el coro son los elementos básicos del Teatro, forman el punto de partida de la escenificación que más tarde asumirá algunas alteraciones bien definidas.
Como no podría dejar de ser, ante una celebración tan subversiva de las costumbres, hubo enorme resistencia por parte de reyes y de sacerdotes en la aceptación del nuevo culto. Con el transcurso de los tiempos Dionisio se volvió cada vez más “respetable”. Las fiestas dionisíacas se transformaron en un ritual cada vez más organizado y disciplinado, recibiendo una cuidadosa atención de las autoridades civiles y religiosas convirtiéndose en un concurso de piezas teatrales.
La Tragedia estaba compuesta por un drama, que se caracterizaba por su seriedad y dignidad. Frecuentemente envolvía un conflicto entre un personaje y algún poder de instancia superior, como la ley, los dioses, el destino o la sociedad. Las representaciones de esos acontecimientos provocaban piedad y terror en sus espectadores, además de una especie de efervescencia de las emociones. Para Aristóteles, ella llevaba a un proceso de purificación de las emociones por efecto de la catarsis proporcionada. Para Nietzsche, ella hacía con que sus espectadores percibiesen la finitud de la vida, así como sus dolores y alegrías como elementos naturales de la vivencia humana.
De entre los cantos que ocurrían en las celebraciones dionisíacas, se destacaba el ditirambo – un canto lírico compuesto por elementos alegres y dolorosos. Éstos, además de narrar los momentos tristes del pasaje de Dionisio por el mundo mortal y su posterior desaparición, exprimía, de forma exuberante, una casi intimidad de los hombres con la divinidad que les posibilitara llegar al éxtasis. Fue de ese canto, en coro, que se definió lo trágico y de él resultó la Tragedia, que nace del espíritu de la música, de la posesión causada por la música.
El momento más importante de representación de Tragedias ocurrió durante las grandes fiestas dionisíacas, también llamadas Dionisias urbanas, festival que tenía lugar en la primavera, en honor a Dionisio. En ese festival, tal como en las Dionisias rurales y en las Leneas, los tragediógrafos competían por un premio, generalmente con tres tragedias y una pieza satírica cada uno.
La literatura griega reúne tres grandes tragediógrafos de cuyos trabajos aún tenemos conocimiento: Sófocles, Eurípides y Esquilo.
References:
- ABBAGNANO, Nicola. Dicionário de Filosofia. São Paulo: Martins Fontes, 2000.
- JAPIASSÚ Hilton e MARCONDES, Danilo. Dicionário Básico de Filosofia. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. 1996.
- JULIEN, Nadia. Dicionário Rideel de Mitologia. Trad. Denise Radonovic Viera, 1°edição. São Paulo: Rideel, 2005.
- MACHADO, Roberto. O Nascimento do trágico. Rio de Janeiro: Zahar, 2006.
- NIETZSCHE, Friedrich. O nascimento da Tragédia ou helenismo e pessimismo. Trad. de J. Guinsburg. São Paulo: Companhia das Letras, 1996.