Sufrimiento es un concepto que se extiende por diversas definiciones tanto en la Filosofía como en la psicología y en el propio idioma español. La etimología de la palabra es una variante del latín, sufferre. Suferre, que significa “aguantar, sufrir”, formado por SUB-, más FERRE, “llevar, cargar”. Sufrimiento es, por lo tanto, lo que se carga después o a lo largo del sentimiento de dolor.
Podemos resumir ese concepto en la práctica como todo acto o efecto de sufrir dolor físico o moral; padecimiento; amargura; desastre. Podemos añadir a esa definición la angustia, el miedo, ansiedad, la desesperación, la furia, el autodesprecio, etc. Frente a tantos efectos, podemos afirmar que el sufrimiento se constituye en permanecer en un estado de cosas que promueve una condición degradante de profunda tristeza.
Filosóficamente, la palabra que más se aproxima de esa tristeza es la Akedia. Palabra griega, compuesta de Kedos, que significa importarse con, pero sumada al prefijo negativo tenemos: no importarse con. Akedia, viene con el sentido de describir un estado de desinterés que puede manifestarse como estupor y falta de participación en la vida. En la antigüedad clásica, encontramos los primeros esbozos sobre el sufrimiento melancólico en los escritos de Homero, en la Ilíada, donde Bellerofonte, víctima de odio de los dioses y por ellos condenado al odio, al sufrimiento y a la soledad.
Con Hipócrates (462-377 a.C.) la melancolía es tratada como un problema fisiológico en el cual los disturbios mentales pasan a ser asociados a un desequilibrio de la sangre, de la linfa, de la bilis amarilla y de la bilis negra. La melancolía sería originada del aumento de producción de la bilis negra – melas (negro), Kholé (bilis). Según Hipócrates, la melancolía sería la tristeza, la ansiedad y la tendencia al suicidio – síntomas unidos a factores ambientales e internos que irrumpen en enfermedades. Para Aristóteles (384-322 a.C.), la melancolía es una patología que alcanza a personas ilustres, debido a una sensibilidad mayor de sus organismos. Según él, en esas personas existía la posibilidad de alta concentración de bilis negra. Mientras tanto, si hubiera una concentración moderada de la misma bilis, el hombre se convertiría en un genio, desencadenando habilidades en diversas áreas del conocimiento.
Otro teórico que dará aires de enfermedad a la tristeza es Galeno (129-201 d.C.), médico del emperador Marco Aurelio. Para Galeno, la enfermedad aguda era originaria de la sangre o de la bilis amarilla. Él incluso destaca tres posibles lugares de la manifestación de la enfermedad en el cuerpo: en el cerebro, en la corriente sanguínea y en el estómago.
A partir del siglo IV d.C., con los patriarcas de la Iglesia y pensadores de Alejandría, el término adquirió un significado más técnico, pasando a describir un estado de saciedad con la vida o de cansancio. El profesor Spencer Junior nos explica ese enfoque:
“existen descripciones en Evagrio Póntico (345-399 d.C.) que menciona la Akedia como acedia y que ésta era reconocida como demonio de mediodía y que atacaba al monje en pleno día, haciendo al sol parecer inmóvil en el cielo. Vista como enfermedad de monasterio, hacía de la vida de los monjes un verdadero tedio. […] Para el monje latino Juan Casiano (360-432 d.C.), la acedia no debía ser considerada algo demoníaco, sino como una forma de subcategoría eremítica de la tristeza común. Para este monje la acedia sería el peor de los sentimientos, pues rechazaba a Dios, pasando entonces a la condición de opositora diametral de alegría. […] Según Dante (1300 d.C.), en el séptimo canto de la Divina Comedia la acedia es el elemento antagónico a la alegría y motivo de arrastre del hombre al limbo […] (2009, p.22).” La acedia aquí, es considerada otro tipo de tristeza, una tristeza que aparta a los monjes de su vocación y que se diferencia de la melancolía.
En el Renacimiento, la concepción aristotélica, reasume el puesto de superioridad de jerarquía de las experiencias humanas como fuente de inspiración y así se extendió hasta el siglo XVIII. La Edad de la Razón, sin embargo, revisitando el concepto, reelabora su definición colocando las emociones humanas como objeto de estudio científico. A partir de entonces, el sufrimiento pasa a ser sometido a criterios de examen del campo de la ciencia/psicología que la redundan a aspectos más analíticos.
References:
ABBAGNANO, Nicola. Dicionário de Filosofia. São Paulo: Martins Fontes, 2000.
JAPIASSÚ, H. e MARCONDES, D. Dicionário Básico de Filosofia. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. 1996.
PAULA, Marcos Ferreira de. Sobre a felicidade. Belo Horizonte: Autentica, 2014.
SPENCER JR. Tristeza: a face oculta da felicidade. Recife: EDUPE, 2009.