Concepto de la filosofía de Freidich Nietzsche que puede ser comprendido a partir de dos definiciones:
- Doctrina física o cosmológica que defiende la circularidad del tiempo y del movimiento circular y repetitivo de todas las cosas en el tiempo. Esa idea consiste en negar que exista un estado del ser después del devenir; el tiempo sería infinito, no teniendo por lo tanto, ni inicio ni fin. El eterno retorno aquí es la respuesta más radical contra las teleologías filosóficas o científicas, así como la temporalidad linear de la tradición cristiana. No hay lugar para la creación divina, la providencia o la rendición. Tampoco es posible detener u orientar el tiempo: cada instante huye, pero está destinado a retornar, idéntico – para nuestra felicidad o infelicidad. Con todo destinado a repetirse cíclicamente, infinitas veces de la misma manera, la vida no sería más una cadena de eventos irreversibles, la muerte dejaría de ser el fin de todo, la mente humana no se comprimiría con la necesidad incesante de optimizar el tiempo en busca del gozo permanente.
- Una concepción ética, como afirma Deleuze, donde el eterno retorno es visto como un pensamiento que se refiere a la voluntad humana y no al mundo. Nietzsche lo enuncia, en una especie de mito sobre la condición humana en el aforismo 341 de La Gaya Ciencia, donde considera la situación en que un demonio pregunta a un hombre si a él le gustaría revivir la vida tal como vivió hasta allí. Dos posibles actitudes podrán surgir de ahí: la respuesta habitual es un rechazo desesperado, afirma Nietzsche. Sin embargo, existe la introducción de otra actitud – una aceptación del retorno. Y el hombre daría el demonio la condición de un Dios, porque jamás escuchó nada más divino. Este hombre tendría una postura que significaría dar un sí a la vida, ya que demostraría el deseo de eternización del instante vivido, por la afirmación de su entorno retorno. Eso representaría amar la vida con la máxima intensidad – él tendría en sí el amor fati.
El eterno retorno permite al hombre aceptar su pasado, su presente su futuro partiendo de una mirada sobre el instante vivido, exactamente porque parte de él para analizar su propia vida. Un presente feliz puede ser justificado por un pasado ingrato, pues éste puede haber sido la trayectoria necesaria para llegar al presente instante de satisfacción. Un presente repleto de tragedia, dolor y sufrimiento puede estar impregnado por un pasado que contenga una vida feliz, y que en el encadenamiento de acontecimientos llegó hasta el momento actual. La relación entre el presente y futuro aparece en la toma de decisiones que realizamos sobre lo que aún nos va a suceder. Con la plena consciencia de lo que estamos haciendo, no hay arrepentimientos, ya que las elecciones fueron hechas a partir del sujeto que decidió evaluando su elección como la mejor.
Todo instante sólo tendrá ese papel de guía de la vida cuando asumamos nuestras elecciones en todo tiempo y lugar. Eso significa afirmar las decisiones tomadas incluso cuando nos cuestionamos sobre ellas delante de los cuestionamientos del mundo externo. El eterno retorno, por lo tanto, permite entender y vivir la vida como mecanismo de satisfacción y de autosuficiencia, donde se acepta el momento en que se encuentra – feliz o triste, trágico alegre – por la compresión de la responsabilidad de las decisiones tomadas.