Presentación del Libro del Éxodo
El Éxodo (término que significa ‘salida’) es el segundo libro de la Biblia, forma parte del Pentateuco, y cuenta la historia de la liberación del pueblo hebreo de Egipto a través del Mar Rojo en dirección a la Tierra Prometida. La historia central de este libro es la liberación, con la ayuda de Dios, del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. El protagonista de este libro es Moisés, que es presentado como el elegido de Dios para convertir su voz en el instrumento de su poder y el mensaje central es la revelación del nombre del Dios verdadero – Señor, nombre íntimamente asociado a la liberación del pueblo hebreo. Es este Dios único que libera y que establece con el pueblo una alianza, la cual es afirmada de dos formas: principios de vida (Decálogo) que orientan al pueblo para un ideal de sociedad; y leyes (Código de la Alianza) que tienen como objetivo conducir a una práctica de ese ideal en los diversos contextos históricos.
Tradicionalmente, como para todo el Pentateuco, la autoría del Libro del Éxodo es atribuida a Moisés pero, a pesar de ser él el personaje central, se cree que este ha sido escrito en una época muy posterior a los acontecimientos narrados, utilizando como fuente tradiciones orales que describían el origen de muchas creencias y rituales religiosos de los Israelitas.
El Libro del Éxodo se divide en cuatro secciones principales:
- Los Israelitas en Egipto.
- El Éxodo de Egipto y el viaje hasta el Sinaí.
- La Alianza en el monte Sinaí.
- El Sagrario y su contenido.
Las dos primeras secciones comienzan con la descripción de la esclavitud de los Israelitas en Egipto y que incluía la prohibición de adorar a su Dios. De cara a la opresión que les es impuesta, los Israelitas llaman a Dios y Dios les envía a Moisés. Cuando el Faraón se niega a dejar partir a los Israelitas, Dios envía diez plagas obligándolos a ceder. Pero el Faraón cambia de ideas y lanza una persecución a los Israelitas la cual termina con la destrucción de su ejército en las aguas del Mar Rojo. Esta sección acaba con los Israelitas vagando por el desierto, sustentados por alimento y agua milagrosamente ofrecidos por Dios.
Las dos secciones siguientes ocurren en el Sinaí. Es ahí donde Dios establece una alianza con el pueblo Israelita: en esa alianza, cabe a Dios garantizar la protección de su pueblo y cabe a los Israelitas ser fieles a su Dios. Esta fidelidad será regida por leyes y formas de culto especiales que servirán también para unir al pueblo. El Éxodo termina con los Israelitas aún acampados en el monte Sinaí, luchando por convertirse en el pueblo de la gran Alianza.