Concepto de Vida
La historia de la vida en la Tierra empezó hace cerca de 3800 millones de años, relativamente poco tiempo después de la formación del planeta, hace aproximadamente 4560 millones de años.
La historia de la vida en la Tierra empezó hace cerca de 3800 millones de años, relativamente poco tiempo después de la formación del planeta, hace aproximadamente 4560 millones de años. Esta historia ha sido marcada por importantes procesos evolutivos y diversas adaptaciones bioquímicas y biofísicas de los seres vivos a las condiciones ambientales verificadas en cada etapa de la historia de nuestro planeta.
Para que podamos considerar que un determinado ser es un organismo vivo, éste tiene que presentar determinadas características, como estar compuesto de elementos químicos como el carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el azoto. Sus células tienen que estar compuestas de ácidos nucleicos y poseer la capacidad de replicar ese material genético. Por esta razón hay poco consenso en considerar los virus como seres vivos porque éstos sólo consiguen replicar su material genético con la maquinaria de replicación de la célula huésped. De esta forma, la vida por definición, tiene la capacidad de generar más vida siempre que una célula da origen a nuevas células. Y esto es verificable tanto estemos ante organismos compuestos sólo por una célula (organismos unicelulares) o por varias (organismos multicelulares).
De lo simple a lo más complejo
De cierto forma, la vida inició ensayando procesos y formas, partiendo de estrategias más simples en la dirección (casi siempre) de mecanismos más complejos. Pero no siempre este presupuesto se verifica. Algunos organismos parecen volver un paso atrás en los planos de la evolución, como las ascidias (urocordados) que poseen, inicialmente, una forma de desarrollo que sigue el plano ontogénico complejo de los cordados, con presencia de un notocordio embrionario y larvar que, en los vertebrados da origen a la columna vertebral y acaban en el final de su desarrollo constituyendo individuos adultos sin columna vertebral, mayoritariamente fijos al sustrato y con poca movilidad.
Sin embargo, en términos generales, podemos constatar que la vida comenzó con organismos simples unicelulares como las bacterias y se fue desarrollando en la dirección de organismos más complejos, multicelulares. Los organismos compuestos por una única célula fueron dando origen, a lo largo del tiempo, a colonias de células agregadas. Estas células individuales fueron, en algunos organismos, comenzando a desempeñar tareas especializadas para garantizar una mayor eficacia en el desempeño funcional de las colonias. Las colonias de células constituyeron así el primer esbozo de los seres multicelulares. Y los seres multicelulares se fueron volviendo más complejos, organizando sus células en tejidos, órganos y sistemas de órganos, con niveles de especialización y autonomía cada vez más eficaces, dando origen a los animales metazoarios o a formas vegetales más complejas, como las plantas traqueófitas.
Reproducción y diversidad
Los primeros organismos que se desarrollaron en la Tierra, probablemente bacterias semejantes a cianobacterias actuales, eran seres unicelulares y que se multiplicaban por una forma de reproducción asexuada. Estas células, simplemente, se dividían en dos (fisión binaria) y las células hijas heredaban un material genético idéntico al de las células que les dieron origen. Esta forma de reproducción continúa presente en muchos organismos actuales, desde las bacterias a los protozoarios, a las algas unicelulares, entre otros. Sin embargo, ésta es una forma de reproducción clonal, dado que, una célula da origen a otra que es igual a sí misma. Con el desarrollo de la reproducción sexuada, el material genético heredado por el individuo descendiente posee una nueva combinación de genes relativamente a los individuos parentales, lo que es asegurado por la formación de las células sexuales durante la meiosis que ocurre en los padres, y por la fecundación, que combina el material genético de ambos para formar el zigoto. Como tal, la evolución de una forma de reproducción asexuada para una forma de reproducción sexuada, fue uno de los pasos más importantes que ocurrió a lo largo de la historia de la vida en la Tierra. La reproducción sexuada contribuyó, de forma decisiva, para la existencia de una elevada diversidad de especies como la que hoy podemos observar, y posibilitó la ocurrencia de nuevos mecanismos para modelar la evolución de las poblaciones y de las especies.
References:
Barriga, F. (2011). A Terra Primitiva e a origem da Vida, em Uma aventura da Terra. Esfera do Caos. 1ª Edição.