Respuesta Inflamatoria

La respuesta inflamatoria es un proceso integrado en los mecanismos de defensa no específicos del sistema inmunitario. También designada como inflamación, ésta ocurre cuando los agentes patógenos consiguen superar las barreras de defensa primarias.

La respuesta inflamatoria es desencadenada por sustancias químicas. Algunas de estas sustancias son liberadas por los propios microorganismos, mientras que otras son liberadas en consecuencia de las lesiones celulares debido a la invasión de los agresores microbianos. Por ejemplo, la histamina es una de las sustancias, es producida por basófilos, presentes en algunos tejidos, designados mastocitos.

Las sustancias químicas que desencadenan la respuesta inflamatoria provocan en primer lugar la vasodilatación y aumentan la permeabilidad de los capilares. De esta forma, se verifica un aumento del flujo sanguíneo para el lugar afectado, llevando a enrojecerse y aumentar la temperatura de la zona. Debido a la mayor permeabilidad de los vasos sanguíneos, aumenta la cantidad de fluido intersticial en los tejidos infectados. Este aumento del fluido intersticial es la causa de la aparición de un edema. La distensión de los tejidos, provocados por el edema, y la acción de algunas sustancias sobre las terminaciones nerviosas provocan la aparición del dolor.

El aumento del flujo sanguíneo y de la permeabilidad de los vasos va a permitir la presencia en el lugar infectado de un mayor número de fagocitos, sobre todo neutrófilos y macrófagos. El término fagocitos se refiere a los leucocitos que realizan la fagocitosis.

En pocas horas, tras la infección, un elevado número de neutrófilos atraviesa la pared de los capilares. Este proceso es denominado diapédesis. Los neutrófilos migran para los lugares afectados debido a las señales químicas liberadas por las células lesionadas, fagocitando los microbios. Esta atracción química es designada quimiotaxis. La duración de vida de los neutrófilos es bastante corta, así los monocitos comienzan el proceso de diferenciación en macrófagos. Éstos son extremamente eficaces realizando la fagocitosis teniendo una duración más larga que los neutrófilos.

Los macrófagos, además de fagocitar los agentes invasores, proceden a la limpieza de las células dañadas. Eliminan, también, los neutrófilos destruidos por el proceso de la fagocitosis. Tras este proceso, se da inicio a la cicatrización, siendo respuestas las células perdidas y los tejidos regenerados.

Cuando los microorganismos son incluidos en los fagocitos, pero no son destruidos, puede producirse un granuloma. En esta situación, en torno a los fagocitos infectados se disponen otras células fagocitarias, alrededor de las cuales se desarrolla un tejido fibroso. En algunas infecciones se genera un absceso que corresponde a la acumulación de pus que es constituido por restos de microorganismos, fagocitos muertos, fluidos y proteínas que rebasaron de los capilares durante la respuesta inflamatoria. La pus, en situaciones normales, es absorbida por el organismo tras algunos días, dándose, después, la cicatrización.

En los casos en que las infecciones son más graves, involucrando áreas mayores del organismo, se produce una respuesta sistémica. Las células lesionadas producen y liberan más sustancias, que estimulan la producción de un mayor número de leucocitos. Uno de los síntomas de la respuesta sistémica es la fiebre. Las toxinas producidas por los agentes invasores y las sustancias liberadas por algunos leucocitos, designadas sustancias pirogénicas, actúan sobre el hipotálamo haciendo aumentar la temperatura corporal. La fiebre alta puede ser fatal, pero la fiebre moderada contribuye para la defensa del organismo, facilitando la fagocitosis e inhibiendo la multiplicación de algunos microorganismos.

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