Tolerancia a la Frustración

Concepto de Tolerancia a la Frustración

La  tolerancia a la frustración puede ser entendida como la capacidad del individuo en hacer frente a situaciones en que la experiencia frustración, es decir, la imposibilidad o dificultad de persecución, concretización de sus objetivos o necesidades.

Varios son los factores que pueden contribuir para la frustración de objetivos o expectativas, como factores externos al individuo (e.g. factores económicos, sociales) o internos (e.g. factores psicológicos, como la autoeficacia percibida), de cara a los cuales el individuo responde más o menos adaptativamente.

La baja tolerancia a la frustración puede ser percibida a través de manifestaciones de irritabilidad fácil, comportamientos y comunicación no asertiva, desmotivación y desistencia de tareas u objetivos, pudiendo de este modo promover el distress psicológico y disfuncionalidad en el modo como el individuo se percibe a sí mismo y al mundo. En este sentido, la baja tolerancia a la frustración se presenta comúnmente asociada a la baja autoestima y autoeficacia, concretamente cuando las experiencias de frustración no son gestionadas de forma adaptada, contribuyendo para la desregulación emocional y por consiguiente para un bajo umbral de tolerancia a la frustración tendencialmente estable y generalizado.

Promoción de la tolerancia a la frustración

De este modo, parece importante la promoción de la tolerancia a la frustración desde edades precoces del desarrollo, a través de estilos parentales o educativos democráticos, que consideren el establecimiento consistente de reglas y límites junto con la expresión afectiva, que permitan al niño aprender, en un ambiente que protegido y de seguridad, a experimentar y hacer frente a la frustración, como experiencia natural a lo largo de la vida del ser humano.

Gestionar la frustración implica así la competencia de autorregulación, a través de la concienciación de las emociones desencadenadas por la experiencia a la frustración (e.g. enojo, tristeza), promoviendo de este modo la posibilidad de actuar teniendo en consideración un pensamiento consecuencial (es decir, pensando antes de actuar en las consecuencias del comportamiento). Además, es pertinente la evaluación de los desencadenantes de la frustración, ya que ésta puede transcurrir de patrones o expectativas desajustadas (e.g. perfeccionismo), así como de interpretaciones distorsionadas (e.g. atender selectivamente a una parte de la situación; concluir abusivamente), pudiendo de este modo ser regulada a través de la reestructuración de pensamientos disfuncionales subyacentes.

Sin embargo, en muchas situaciones permanece la necesidad de hacer frente con la frustración en la imposibilidad de cambio de los factores desencadenantes (e.g. factores externos al individuo), pudiendo ser desarrollada la capacidad de tolerancia, a través de estrategias de aceptación de mindfulness, de resolución de problemas, orientada para la búsqueda de soluciones alternativas, o incluso a través de la reasignación de significados, es decir, del modo el individuo interpreta la situación generadora de frustración.

Palabras clave: Tolerancia a la frustración; autorregulación; regulación emocional; mindfulness

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References:

Friedberg, R.D.,& McClure, J.M. (2002). The Clinical Practice of Cognitive Therapy with Children and Adolescents. New York: The Guilford Press.

McKay, M., Wood, J. C. & Brantley, J. (2007). The dialectical behavior therapy skills workbook: practical DBT exercises for learning mindfulness, interpersonal effectiveness, emotion regulation & distress tolerance. Oakland: New Harbinger Publications, Inc.

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