Concepto de Evolucionismo Social
La historiografía de la tradición antropológica situó el apogeo del modelo evolucionista en el siglo XIX, que corresponde a la fase embrionaria de la disciplina en ese tiempo denominada como etnología. El potencial heurístico de este esquema constituyó en la descripción de la historia de la humanidad como un proceso de alteraciones cualitativas. Este procedimiento obedecía a una visión teleológica de las sociedades humanas, dado que la evolución se iniciaba primeramente con las formas de vida primitivas, hasta alcanzar formas de vida más complejas.
Gracias a la acumulación creciente de material etnográfico de varias culturas del mundo, que comprendía tanto la prehistoria como el periodo presente, el paradigma floreció como evolucionismo social, siendo incorrecto atribuir su génesis a los escritos del naturalista Charles Darwin, pues mucho antes del vocabulario antropológico incluir en su esfera conceptos como “selección natural” o “supervivencia de lo más apto”, las discusiones teóricas en la disciplina enfatizaban la supremacía de la familia sobre el contrato social, o la precedencia del matriarcado antes del patriarcado. Es decir, el cuerpo del evolucionismo social se moldó obedeciendo a las doctrinas progresistas del siglo XVIII, cuyos pensadores defendían el progreso de la humanidad dentro de un panorama biológico inmutable. Como ejemplo, en las Cartas Persas (1721) y en Espíritu de las Leyes (1748) Montesquieu difundió por primera vez la secuencia «salvajes, bárbaros y civilizados», que constituirá la línea maestra del pensamiento antropológico en el siglo siguiente. Sólo a finales del siglo XIX es cuando la jerga darwinista invade el debate sobre los orígenes del humano en el campo de la antropología cultural.
Dicho esto, aquí están los postulantes más famosos de esta escuela, y de forma breve, en lo que consistían sus tesis.
El suizo J. J. Bachoffen publicó en 1861 Das Mutterechet, donde defendió la primacía del matriarcado sobre el patriarcado. En esta hipótesis, la mujer era la propietaria de la tierra y lideraba la primera organización social de la familia. Siendo así, la descendencia y la heretariedad se definían de acuerdo con la línea materna originalmente, en 1871 salió Primitive Culture de Edward B. Tylor. En esta obra el autor intentó postular una definición minimalista de religión, la que acabó por denominar como animismo. Del animismo al monoteísmo elaboró una escalera evolutiva en lo que se refiere a la religión. Ancient Society (1877), de Lewis Henry Morgan, ofreció a los curiosos un esquema evolutivo interesante, por combinar la simpleza con la elaboración. En su esquema tripartido «salvaje, bárbaro y civilizado» introdujo también tres grados de subdivisión en cada uno de los tres estadios principales: antiguo, medio y reciente. Por último, Sir James Frazer, escritor erudito con una obra masiva: The Golden Bough. A Study in Magic and Religion (1890). En más de doce volúmenes este literato procura establecer concordancias entre el mundo clásico antiguo y la cultura de los primitivos, y formula un cuadro evolutivo en el cual la magia es la primera manifestación del espíritu humano y a partir de ésta se suceden por orden, la religión y finalmente la ciencia.
A pesar de muchos presupuestos de estos “padres fundadores” haber sido revelados como erróneos, muchas de las cuestiones que colocaron estimularon debates intensos en la disciplina en el siglo siguiente.
References:
- Barnard, Alan e Jonathan Spencer (2002), Encyclopedia of Social and Cultural Anthropology, London, Routledge
- Bernardi, Bernardo (2007), Introdução aos Estudos Etno-Antropológicos, Lisboa, Edições 70