La expresión Rentabilidad de Ética fue creado para demonstrar que existen beneficios directos de una conducta ética por parte de las organizaciones. La rentabilidad de una acción ética viene de la consecuencia directa de la importancia y el poder que el público ha adquirido, sobre todo en las sociedades desarrolladas. El poder de la opinión pública hace imposible, o por lo menos arriesgado, cualquier intento de hacer dinero a costa de la ética. Los ataques contra el medio ambiente o contra la salud pública, racial, religiosa o sexual, la publicidad engañosa, por ejemplo, cuando se descubren, se toman el reto de situaciones o desaprobación social, con consecuencias negativas para la imagen corporativa de la organización y generalmente conduce a roturas de ventas y situaciones de graves pérdidas económicas. Para empeorar las cosas, la falta de ética es un importante factor de desmotivación, que puede causar un mal clima organizacional y la no identificación de los empleados con la organización, lo que lleva a consecuencias negativas inevitables para la productividad y la eficiencia.
En este contexto, las organizaciones modernas sólo pueden ser rentables, en el largo plazo, siempre que tengan este concepto de la ética, es decir, si tienen líneas de conducta que no causan externalidades negativas sobre la sociedad y sus intereses. Por otro lado, la organización sólo puede desarrollarse si tiene en cuenta, además de los objetivos financieros, su responsabilidad social. La base de las sociedades actuales son organizaciones (véase el concepto de sociedad de organizaciones), por lo tanto, estos se han transformado en la clave del desarrollo de la población, el progreso, la cultura y la civilización. Así, el creciente poder de las organizaciones en la sociedad debe ser equilibrado por el aumentó de la responsabilidad social. Las organizaciones deben pasar a jugar parte del rol tradicional del Estado en la defensa de las cuestiones de interés social, en el riesgo de ser sancionado por la sociedad en general.
Por lo tanto, la ética y la toma de responsabilidad hacia la sociedad puede convertirse en un activo importante de la organización, ya que genera confianza y una buena imagen de ella junto a todo lo que está relacionado con ella (ya sean accionistas, empleados , proveedores, clientes o el público en general). Así, en un mundo de creciente globalización de la competencia, siempre es ventajoso satisfacer las expectativas de la sociedad.