La autonomía financiera indica el porcentaje del total de solicitudes de las empresas, incluidas las inversiones en bienes de inversión, inversiones financieras, inversiones en stocks, préstamos a clientes, etc., que fue financiado por el capital en poder de la empresa, es decir, los llamados capitales propios. Este concepto es muy útil en la evaluación de riesgo financiero a largo plazo, ya que proporciona información sobre la estructura financiera de la empresa y de su capacidad para cumplir con sus compromisos hacia financieras a largo plazo.
De hecho, la mayor autonomía financiera, la mayor parte de sus aplicaciones que se financian a través de la equidad y, en consecuencia, la parte inferior se financia mediante financiación externa o de la deuda, es decir, será menor el grado de endeudamiento de la empresa.
El mayor o menor grado de autonomía financiera de una empresa es el resultado directo de tres factores principales:
- Niveles de rentabilidad de la empresa: cuanto mayor son los beneficios generados por la actividad, mayor es la acumulación de capital propio y mayor será su capacidad de autofinanciación, lo que contribuye a aumentar la autonomía financiera;
- Políticas de inversiones y financiamientos: una empresa con una política de inversión agresiva y haciendo uso de las fuentes de financiación externa para el fondo tendera a reducir la autonomía financiera;
- Tipo de actividad desenvuelta: las aplicaciones en las inversiones de una empresa industrial de capital intensivo o una empresa comercial con grandes cantidades de stocks de mercancía en almacén, son más grandes que una empresa de servicios, por ejemplo, lo que lleva a una mayor necesidad de financiamiento externo y, por tanto, un menor nivel de autonomía financiera.
Una de las razones de las empresas para acceder a fuentes de financiación externa es la posibilidad de apalancamiento financiero, es decir, la posibilidad de aumentar la rentabilidad de su patrimonio a través del uso de la deuda. Esto es posible cuando la rentabilidad de las inversiones es más alta que el costo financiero de la financiación. Sin embargo, la realización de inversiones con financiamiento externo para función reduce los niveles de autonomía financiera y por lo tanto aumenta el riesgo de impago a largo plazo e incluso la insolvencia. Es, pues, para los tomadores de decisiones a encontrar un equilibrio entre el riesgo financiero de la deuda y aumentar la rentabilidad que puede proporcionar.
Dado que, como se mencionó anteriormente, la autonomía financieras indican la parte del total de solicitudes de empresas financiadas por capital en manos de la empresa, para evaluar el grado de autonomía financiera es generalmente utilizando un indicador financiero que compara la equidad con los activos de la empresa.
Así, AF = CP / A
Donde AF significa autonomía financiera, CP patrimonio de la empresa y los de los activos (o aplicaciones) que utiliza la empresa.