Rococó

El Rococó es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1730 y 1760 aproximadamente, también conocido como “estilo regencia”, que refleja el comportamiento de la elite francesa de París y Versalles. Además de una tendencia artística, el rococó fue un verdadero estilo de vida, fundado sobre el placer refinado de los sentidos, sobre la inteligencia en sus aspectos más escépticos y más penetrantes, queriendo hacer de la existencia una continua experiencia estética.

Ha sido considerado como la culminación del Barroco, sin embargo, es un estilo independiente que surge como reacción al barroco clásico impuesto por la corte de Luis XIV.

A la hora de diferenciar entre el Rococó y el Barroco tenemos que destacar que el primero está al servicio de la burguesía y la aristocracia, a contrario el Barroco estaba al servicio y a favor del poder absolutista. Sin embargo, no solo esta es la principal diferencia si no que a partir del comienzo del arte Rococó el artista pudo realizar sus obras con más libertad y se expandió el marcado de arte, además el Rococó es un arte al servicio de fiesta, lujo y comodidad es por eso por lo que las representaciones de las obras son del estilo de vida cotidiano.

El rococó a diferencia del barroco, se caracteriza por la opulencia, la elegancia y por el empleo de colores vivos, que contrastan con el pesimismo y la oscuridad del barroco. Es definido como un arte individualista, antiformalista y cortesano, por el artista Ronald Rizzo. Se caracteriza por el gusto por los colores luminosos, suaves y claros.

Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, la mitología, la representación de los cuerpos desnudos, el arte oriental y especialmente los temas galantes y amorosos. Es un arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y las relaciones humanas, un estilo que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual.

El concepto de Rococó tiene un origen francés, “rocaille (piedra)” y “coquille (concha)”, ambos elementos de cual procede la palabra rococó son importancias para la ornamentación de los interiores. Es por ello por lo que en el periodo del Rococó destaca la decoración que era completamente asimétrica y libre, además tenía preferencia por formas irregulares y onduladas y un gran gusto por los materiales naturales como por ejemplo las piedras marinas, las formas vegetales o las conchas.

Pero fue sólo en 1943, con la obra clásica del historiador Fiske Kimball sobre, The Creation of theRococó, se fijan los orígenes del estilo, entonces el rococó deja de ser visto como una variante del barroco, pasando a ser considerado un estilo autónomo, irreductible al barroco y al clásico.

El arte rococó transmite perfectamente la efemeridad de una época galante, afectada y artificial, el Rococó es considerado por algunos historiadores de arte como una degeneración del Barroco, que ocurre entre 1710 y 1780, período en que el arte refleja los valores de una sociedad fútil que busca en las obras de arte, algo que les dé placer y las haga olvidar los problemas reales. Es un arte exquisito, convencional y aristocrático.

Expresa sentimientos agradables y una ejecución perfecta de la técnica que pretende celebrar la alegría de vivir. El Rococó estaba orientado hacia los temas “mundanos” de la vida cotidiana. En el caso de las mujeres, se trata de una de las más grandes de la historia. El amor y el romance eran considerados asuntos más importantes que asuntos históricos y religiosos.

El estilo fue caracterizado por un movimiento libre, divertido y de colores delicados en tonalidades pastillas, intenta por la exageración celebrar la alegría de vivir, un espíritu que se refleja incluso en las obras sacras, en que el amor de Dios por el hombre asume ahora la forma de ” una infinidad de ángeles rechonchos. Todo es más leve, como la representación de la vida despreocupada de la aristocracia.

El Rococó se caracteriza por la creación de composiciones realizadas con extrema libertad y fantasía que mezclando la sinuosidad de las líneas con motivos extraídos de la naturaleza: pájaros y pequeños animales, plantas y flores delicadas, formaciones rocosas, agua en cascada o en pequeños lagos.

Los historiadores de arte distinguen dos fases diferentes en el rococó:

  • la primera va de 1690 a 1730, conocida por el “estilo regencia”, marcado por el rompimiento con la rigidez arquitectónica del estilo Luis XIV, con la introducción de curvas flexibles y de líneas más sueltas. Datan de ese momento, las decoraciones de Pierre Lepautre, los grabados y relieves de Jean Brain y la pintura de Jean-Antoine Watteau, el pintor más importante de esta corriente.
  • la segunda va de 1730 a 1770, marcada por la expansión de la arquitectura rococó, con la proyección de un nuevo grupo de artistas como, Juste Aurèle Meissonnier, Nicolas Pineau, Jacques de Lajoue II, que trabajaron en la remodelación de las residencias urbanas de la nobleza y alta burguesía parisino, dotándolas de una mayor funcionalidad y confort.

En pintura, los temas más abundantes son las fiestas galantes y campestres, las historias pastoriles, las aventuras amorosas y cortesanas. Las composiciones son sensuales, alegres y frescas, predominan los colores pasteles, suaves y claros. La mujer se convierte en el foco de inspiración, ya que es la figura bella y sensual. En la pintura, los nombres más importantes de esta fase son François Boucher, Jean-Honoré Fragonard, Jean-Baptiste Pater y Jean-Marc Nattier.

Una de las características del estilo rococó en la arquitectura será la marcada diferencia entre exteriores e interiores, siendo el interior un lugar de fantasía y colorido, mientras la fachada se caracterizará por la sencillez y la simplicidad. Se abandonan los órdenes clásicos, y las fachadas de los edificios se distinguirán por ser lisas, con edificios de forma circular, con un pabellón central rodeado de un jardín o un parque natural. Otras edificaciones podían tomar la forma de pabellones encadenados, en contra del típico edificio «bloque». Las estancias se hacen especializadas para cada función y con una distribución muy cómoda, combinando ornamentación, colores y mobiliario. Sobre todo en la decoración de interiores, predominan los trazos sinuosos, los colores claros, el uso de la luz y de grandes espejos. El lujo de la decoración de los interiores tiene su contrapunto en la sencillez de las fachadas de los edificios. A mediados de 1760, asistimos a la reanudación de las tendencias y repertorios clásicos, en las pilastras, medallones y trofeos que se ocupan de las decoraciones.

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El columpio, Fragonard, donde se comprende el espíritu refinado, exótico y sensual del rococó

El estilo rococó se internacionalizó rápidamente a través de Europa Central, sino también en España y Portugal, la adaptación a diferentes contextos de estos países. En esa adaptación llama principalmente a la atención, la penetración en el arte religioso, contrariando su origen ligado a la nobleza ya la vida mundana.

El rococó en España se inicia durante el reinado de Felipe V (1700-1746), favorecido por el estilo churrigueresco, que había llevado al barroco al recargamiento ornamental. Su influjo fue limitado, ya que fueron muy pocos los contactos que España mantuvo con el rococó europeo y especialmente con Francia y Alemania. El ejemplo más temprano de arquitectura rococó es la portada de la catedral de Valencia, realizada por el alemán Conrad Rudolf.

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