En general, la competitividad se utiliza para designar la intensidad con la que las empresas compiten en un mercado o sector de actividad. Si, por ejemplo, un cierto mercado de crecimiento lento existe un gran número de empresas con características similares entre sí, hay una tendencia a que los niveles competitivos sean más altos, es decir, que existe una mayor competitividad.
En otros contextos, sin embargo, la competitividad a largo plazo se puede utilizar para describir la capacidad competitiva de una empresa, grupo de empresas o incluso una región o país. En este caso, la capacidad competitiva significa que existen factores que dan algún tipo de ventaja a la empresa, grupo, región o país sobre sus competidores más cercanos.