Para que podamos movernos necesitamos las articulaciones que son conexiones naturales existentes entre dos o más huesos. En los vertebrados superiores, como es el caso de los humanos, las articulaciones están recubiertas de cartílago e incluyen bolsas de fluido lubricante. Las articulaciones pueden ser sinoviales, fibrosas o cartilaginosas. Como ejemplos de los tipos de articulación tenemos el cráneo que es una articulación inmóvil, la columna vertebral que es una articulación semimóvil y la rodilla que es una articulación móvil.
Algunos de los tipos de articulaciones existentes
Tipos de Articulaciones del Cuerpo
Las articulaciones del cráneo son fijas o inmóviles y son apenas una sutura que une un hueso a otro. Por ello, esas articulaciones reciben el nombre de SINARTROSIS (del griego syn, junto, unido; arthron, articulación). En este tipo de unión las dos superficies óseas se vuelven casi continuas, una delante de la otra; entre ellas hay apenas una capa de tejido conjuntivo o cartilaginoso. En el caso de los huesos del cráneo este tejido es calcificado.
Pero existen articulaciones que poseen apenas una relativa movilidad, siendo consideradas semimóviles: son las ANFIARTROSIS. El tejido que une los dos huesos es fibrocartilaginoso y constituye la articulación. Como ejemplo de esa articulación existe la unión entre los dos huesos pubis – que es llamada sínfisis púbica, especialmente relevante en el esqueleto femenino. La gestación provoca la secreción de una hormona (relaxina) que determina la disminución de la consistencia del tejido fibroso, que entonces no se relaja.
Los huesos de la cadera se vuelven más móviles y es por eso que la gestante presenta un cierto desequilibrio en la locomoción y mayor facilidad para caídas. La relajación de la articulación púbica es parte esencial del trabajo de parto: gracias a él se ensancha la hendidura para el paso del feto.
El tercer tipo de articulaciones incluye las más complejas que son las MÓVILES, técnicamente denominadas DIARTROSIS. Para tener ejemplos de los movimientos que estas articulaciones permiten basta pensar en los que son ejecutados por los miembros superiores e inferiores: andar, agachar, sentar, manipular y cargar objetos. Sin las articulaciones de las rodillas, codos, pies, manos y dedos ninguno de esos movimientos sería posible. Una de las características de las articulaciones móviles es la presencia de una cavidad entre sus extremidades óseas que colabora para que una deslice libremente sobre la otra.
Elementos articulares
La articulación no es sólo el punto de unión, es un conjunto de elementos anatómicamente definidos. Naturalmente esos elementos son variables de acuerdo con la función ejercida. Si fuera a dar movilidad, como en el caso de los miembros superiores e inferiores, es importante que la pieza tenga un mayor grado de diferenciación.
Normalmente, en la constitución de una articulación existen tres elementos básicos: superficies óseas, partes blandas interóseas y partes blandas periféricas. En las articulaciones móviles, las más complejas, las extremidades articulares de los huesos son amplias y están recubiertas por una capa de tejido cartilaginoso.
Las superficies óseas que constituyen las márgenes de la articulación varían mucho en cuanto a la forma. En general existe correspondencia entre uno de los bordes y otro, con el objetivo de facilitar la articulación. Cuando una superficie articular es cóncava, la superficie opuesta tiene forma convexa correspondiente, y así sucesivamente. Existen superficies articulares en forma esférica, elíptica, cilíndrica, plana, cóncava y convexa.
La forma de las extremidades óseas es fundamental para determinar los diferentes tipos de movimiento. Cuando la extremidad tiene forma cilíndrica o semejante a una polea permite apenas movimientos en ángulo. Es el caso de las articulaciones que existen en el codo.
Los movimientos pueden ser más amplios cuando las dos extremidades que se juntan tienen forma de media luna, como en la articulación del muslo con la cadera. Un ejemplo de movimiento con dos superficies articulares planas puede ser encontrado en el pie, en el punto donde los huesos cuneiformes se unen al metatarso realizando movimientos mucho más limitados.
Entre las dos superficies existe el cartílago articular, que es un tejido blanquecino, sólido pero flexible. La relativa elasticidad de este tejido permite que éste se estire sin romperse, volviendo al estado anterior cuando cesan las presiones.
Ese revestimiento a su vez también varía de acuerdo con el tipo de articulación y las funciones que cada una debe cumplir. Las superficies articulares sufren mayores presiones, por ejemplo, poseen tejido cartilaginoso más espeso. Siendo así, debido a la posición erguida del hombre, los miembros inferiores tienen cartílagos articulares mucho más gruesos que los miembros superiores.
Las dos superficies óseas de una articulación se unen una a la otra por estructuras especiales. Éstas son elementos fibrosos constituidos por la cápsula articular, verdadera bolsa que recubre las superficies articulares. La ruptura de esas estructuras puede ocasionar la alteración definitiva de las funciones de la articulación.