Concepto de Sociedad de las Organizaciones
Por la simple observación del mundo que nos rodea, fácilmente observamos que vivimos en una sociedad casi totalmente dominada por diversos tipos de organizaciones. Por otro lado, también fácilmente constatamos que todos nosotros, así como todos nuestros familiares, amigos y conocidos, pertenecemos a una o más organizaciones – a un equipo de fútbol, a un grupo de teatro, a una organización política, cívica o religiosa, a una asociación de estudiantes, a una empresa.
Vivimos en aquello a que Peter F. Drucker, en “Managing in a Time of Great Change”, llamó la “sociedad de las organizaciones”. De hecho, cada vez más las organizaciones, sean ellas empresariales, políticas, religiosas, deportivas, de solidaridad social, de defensa del ambiente, u otras, asumen un papel creciente en nuestra sociedad, tanto a nivel social como a nivel económico. Son las organizaciones que actualmente asumen la responsabilidad por la ejecución principales tareas necesarias al funcionamiento de la sociedad – son ellas que aseguran la producción de bienes y servicios, la prestación de servicios de salud, la seguridad, el deporte, la enseñanza, la defensa del ambiente, la solidaridad social, entre muchas otras. Es de aquí que surge la importancia del estudio de las organizaciones como entidades sociales, económicas, de desarrollo de las capacidades humanas y como agentes fundamentales del cambio y de la evolución.
Paralelamente, y no menos importante, es la tendencia cada vez más acentuada para la transformación, y utilizando una vez más los términos de Peter F. Drucker, del trabajo tradicional en trabajo del conocimiento. Diversos factores, de los cuales se destaca la globalización de la economía a nivel mundial, proporcionada en gran parte por los avances tecnológicos a nivel del tratamiento y transferencia de información y a nivel de los transportes y de la movilidad de personas y bienes, han venido a contribuir para una profunda transformación en el interior de las organizaciones. Las personas se transforman gradualmente en su principal activo; dejarán de ser meros ejecutantes de tareas decididas y ordenadas por los decisores de la cumbre de la organización, para pasar a constituir parte integrante en la toma de decisiones. Se avanza así gradualmente de una era dominada por la tecnología para una era dominada por el conocimiento.
Por lo tanto estamos siendo testigos de la llegada de una sociedad basada en las organizaciones y cuyo mayor activo es el conocimiento. Esta realidad tiene dos implicaciones fundamentales que debemos retener, dada su importancia y la forma como condicionan las relaciones de las organizaciones con su envolvente externa y en su propio interior, concretamente entre sus funcionarios. De esta forma,
1º As organizaciones pasan a tener un enorme poder no solo económico sino también, e principalmente, social sobre las personas y sobre la sociedad en general. Es, por eso, necesario que ese poder sea acompañado por responsabilidades acrecidas ante toda la sociedad – la llamada responsabilidad social de las organizaciones. Como afirma el apellidado “padre de la gestión”, Peter F. Drucker en “Managing in a Time of Great Change”, el desempeño económico y financiero es apenas la primera responsabilidad de las organizaciones ante la sociedad – “cada organización debe asumir la responsabilidad total de su impacto sobre los empleados, el medio, los clientes y todas las personas y cosas que toca”.
2º Los tradicionales factores productivos, aún muy utilizados por los economistas, como la tierra, el trabajo y el capital, han ido gradualmente dando lugar, en términos de importancia económica, al conocimiento de los individuos. Es obvio que las organizaciones e las economías en general no pueden producir sin los tradicionales factores productivos, mas también es cierto que existiendo individuos con conocimiento especializado, estos factores pueden ser obtenidos más fácilmente en el mercado. Las implicaciones de esta nueva realidad son de extrema importancia para las organizaciones pues ahora son los trabajadores del conocimiento que poseen y controlan el principal factor productivo – su propio conocimiento – lo que los transforma mucho más independientes y con mucho mayor grado de movilidad. Esta situación coloca así un nuevo desafío a las organizaciones y a sus responsables, concretamente el de saber crear las condiciones necesarias para garantizar la lealtad de sus trabajadores y, por esa vía, asegurar su mantenimiento.