Las Experiencias de Asch, desarrolladas por Solomon Asch, consisten en una reunión con grupos de siete u ocho personas a los cuales son mostradas dos tarjetas. Una de las tarjetas tiene apenas una línea y la otra, tres líneas, cada una con longitud diferente. El objetivo es cada grupo identificar cual de las tres líneas tiene una longitud igual a la línea de la primera tarjeta. La longitud de las líneas era tal que la respuesta correcta era muy obvia y en condiciones normales todas las personas consiguen acertar. Con todo, en estas experiencias todas las personas eran cómplices del responsable de la experiencia excepto una y era esta que verdaderamente era el objeto de la experiencia. En cada experiencia esa persona era siempre la última a indicar cuál era línea cuya longitud coincidía con la longitud de la línea de la primera tarjeta. En cuanto a los restantes elementos, uno a uno, todos daban la respuesta errónea. En cerca de 35% de los casos la persona objetivo de la experiencia concordaba con o resto del grupo aunque la respuesta estuviese claramente mal. Las Experiencias de Asch comprueban así que las presiones sobre la concordancia con el grupo pueden llevar al individuo a hacer elecciones erróneas para sentirse integrado.